jueves, 30 de julio de 2015

Última semana de JULIO'15 Sem. 31


Esclavos.

Supongo que habréis oído todos más de una vez, la leyenda de la BlackBerry. Ésa que dice que antiguamente a los esclavos les ponían un grillete en el tobillo con una cadena soldada a una bola de acero, para evitar que pudieran escapar. A esa bola los esclavos la llamaban familiarmente BlackBerry por su "parecido" con las frutas del bosque.

Esa leyenda sugiere que el dispositivo móvil actual ha sido llamado así porque representa un método moderno de esclavitud.

La historia, como leyenda urbana tiene su aquel, pero la verdad es que yo nunca me lo había terminado de creer. Hasta el otro día que vino un promotor de tabaco a La Presilla y cuando le ofrecí ir a tomar un café me dijo que no, que lleva un GPS en el teléfono con un margen de error de más/menos 15 metros y que no quería arriesgar.

Me dijo que lleva otro en el coche y que los tiene que apagar cuando termina la jornada laboral porque si no (aunque cree que no lo hacen) le podrían tener igualmente localizado.

Miedo. A mí, tanto control me produce mucho miedo.

Quizá las Kiribati no sean lo suficientemente lejanas cuando acertemos alguna de estas combinaciones.


Claro, que nadie está libre al control. Ni siquiera los propios controladores, porque a veces las herramientas de supervisión se pueden convertir en las peores armas contra uno mismo: se me quejaba un día el dueño del bar de al lado (no voy a dar nombres por supuesto, pero vamos, el del bar de al lado) de que había visto por las cámaras que tiene instaladas en el local, cómo uno de sus empleados se había bebido una Coca Cola. Y unos días después, estaba yo tomando algo y le dije

-        ¿Qué? Que el otro día te pillaron ¿eh?

Y me contesta

-        Y a él también… Ayer se preparó un chocolate con churros por la tarde y le llamó inmediatamente la mujer, que le estaba viendo, que si no sabía que él no puede tomar eso con el colesterol que tiene, y que bla bla bla.

Y es que yo creo que deben tener sintonizado en la tele de casa el circuito cerrado de las cámaras del bar como un canal más.

En fin, a ver si acertamos de una puñetera vez algo para poder sentirnos libres como el sol cuando amanece o como el mar (qué grande Nino Bravo, qué lástima esa muerte tan prematura).

Un abrazo.



Víctor M. de Francisco
LA PRESILLA
Ofreciendo Fortuna desde 1.924


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