sábado, 22 de julio de 2017

Parálisis por análisis.

El templo estaba en las montañas y era custodiado por un maestro y un guardián. Pero un día el guardián murió y el maestro reunió a sus discípulos para elegir un sucesor. Todos se sentaron en el suelo de la gran sala y el maestro colocó en el centro un precioso jarrón de la más fina porcelana china con una rosa recién cortada dentro de él. Señalando la vasija, les dijo: “éste que veis aquí es el problema. El primero que sea capaz de resolverlo tendrá el gran honor de ser el nuevo guardián”.

Se quedaron absortos mirando el florero. Todos estaban paralizados pensando qué era lo que representaba, cuál era el enigma. Hasta que de repente, uno de ellos se levantó de un salto, se acercó, sacó la flor, la tiró al suelo y la pisoteó. Después cogió el jarrón con las dos manos y lo estrelló con todas sus fuerzas contra el suelo. Narra la leyenda que el recipiente se rompió en mil pedazos y que el joven samurái gritó “¡¡a tomar por culo el jarrón!!” (cada uno cuenta la historia como quiere, eso me lo tendréis que admitir) .

Entonces, ante el asombro de todos, el maestro se levantó, se acercó a él muy despacito y colocándole la mano en su hombro, dijo “señores, les presento al nuevo guardián del templo. Yo les dije que el jarrón era el problema. No importa lo bello o lo valioso que sea. Ustedes tenían el problema delante y lo tenían que resolver. Muchas veces nos sentimos paralizados porque en vez de afrontar los problemas, nos paramos a analizarlos. Da igual que sea una vasija milenaria, un amor que ya no tiene sentido o un camino que debemos abandonar. Solo existe una manera de solucionar un problema: atacarlo de frente. No debemos tener piedad, ni dejarnos tentar por el lado fascinante del conflicto”.

Y es verdad que los problemas tienen un raro efecto sobre la mayoría de nosotros. Nos gusta contemplarlos, analizarlos… hay gente que incluso parece regodearse en ellos. Vosotros sin ir más lejos. Cuántas veces habéis pensado “voy a decirle a este muchacho que me borre, que esto no toca nunca”, pero luego leéis la chorradilla de cada semana (que tampoco es que sea porcelana china) y os dejáis llevar.

Quiero recordaros que tenéis compromiso cero. Que lo podéis dejar cuando queráis. Total, seguro que existe la reencarnación… Ya iréis a Kiribati en otra vida.

Os presento el jarrón de esta semana


A ver si lo convertimos en un porrón (…de millones)

Suerte, mis pequeños saltamontes.





Víctor M. de Francisco
LA PRESILLA
A este paso, acabará siendo
una Peña milenaria.


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